Las Fugas del Sol -libro-








Las fugas del sol




Fotografía de Man Ray.




A Eve Tavani, mi abuela.
A G.B.










¿Cómo es?
¿De qué se trata?
¿O es acaso la intolerancia de sentirme ahora?
Mías las manos que se comen a sí mismas.
Mío el cansancio de preguntarme: cómo es, de qué se trata,
entonces

escupo el polvo mágico




























Otro bicentenario
el mío
indivisible sentido de mirar las veredas mientras camino
las perlas pueden encontrarse en Buenos Aires
y esto que sube y baja como un río
es mi pecho.
























































Los jinetes fueron tejidos con cable y cemento
tienen brazos de pasado y piernas de futuro
bocas descocidas por la duda
ojos de miedo
las garras afiladas para probar el último soplo de los buscadores.














































Contemplativo silencio, es de noche y todavía no he visto la Luna
pero sí veo el infierno cuando camino sin mi piel
pero no ahora
mi piel firme, brillosa, delicada
tan sensible y preparada para avisar si los jinetes comienzan a arrasar mis valles.















































Filosas las lenguas de lo que debería ser
sin salida para tus ojos de péndulo curioso
había una vez un puma en Venus que saltó sin asombro
y aterrizó en una red de perlas
que se miraban entre sí.













































¿Y de mis fugas quién sabe?
¿quién puede entender mis galaxias?
¿quién puede decirme dónde encuentro el fin de mis separaciones?

o quizá
alguien esté dispuesto a delirarse con la onda encantada del viento
y la mujer que en sueños escribe.










































Cuando no existe el tiempo
pequeña como una estrella
certera podrías decirme
si es que no eres el mismo, en el mismo cuerpo, en el mismo instante,
cuando todavía
no nos conocíamos.

Entonces estás cruzando el fuego de mis brazos
cerca de quemarte los labios
una constelación, una sirena, más…














































Gabriel


La mancha de un puma maduro
en los labios, de un joven, de ojos grandes
oscuros
sonámbulos
a veces discretos
a veces soñadores
brujos
con gusto a vino de Rosario
y a valle cordobés
los ojos, de un hombre, de astros
en sus labios, la mancha de un puma
que viaja delirado
acompañado ahora por el Sol

-mujer serpiente y emplumada-.


En el desierto de Don Juan están brotando hojas.








































Es roja la tierra
es verde y amarilla en sus manos de pájaro
en su boca de mono selvático
es grande al asombro por lo que existe, lo que se mueve, lo que estalla
y se incorpora a mí, estalla y se transforma
es el viento, el lago y el trueno
es un árbol sonriéndome en los ojos de nena asustada
avispas naranjas, sapos pequeños
es el misterio indomable poesía
es abrazar a mi hombre de astros
futuro cocido en sangre también
y sin embargo
él
la certeza de que ya estuvo antes y ha regresado
voy
a decirle

cuando me siente en sus garras de puma
voy a mostrarle que es roja la tierra
para que se transforme en dragón
y me bese.






































Las señales son cuerpos celestes del instante cuando entras en mí solar errante plutónico
así
musicalmente astrológico.
















































¿Falta demasiado para liberarme de mí misma
o será precisamente la clave
para no vencerme cuando sus jinetes arrasan mis valles?















































Presente ausente distante autoritaria tendencia a lanzarme clavos en mis pétalos.

Los jinetes de lo que debería ser
caminan por mi espalda
llegaron a mis manos.

Hundirme en la tierra roja
volver
a la humedad de la nena
que vive en mi frente y sueña más allá de la ciudad.






































La división de la selva de mi cuerpo
la tierra ruge cuando cae el árbol
la luna reconoce su perpetua
necesidad
de sentirse amada

y el viento
sobre el camino que no persigo y me desangra

dulce
nadar contra cerdos y peces
que no van a enterarse si llueve esta noche

-pero siento el peso de un hilo de baba como si fuera cierto-.












































sacrilegio esta sangre inmadura que sueña con












































Nadie dice
quién es realmente el dueño de la noche
no quieren decirlo porque saben
una mujer avanza por las calles cuando está oscuro
Reina Mab decía Mercucio
y Mercucio terminó muerto por un pálido Romeo.

Jinetes 
que devoran corazones de poeta
y en algún lugar de este planeta los dientes del Amazonas caen
tan desesperadamente cierto
como real es la ilusión del sacerdote.

Fantasmas que corren
discuten
quien irá adentro, quién irá afuera, quién en el medio
mientras
los dientes del Amazonas caen.







































Atardecer furioso
de los pájaros que bordan mis sueños
sobre el tren, espeso miedo
de agujas que dicen cuando volver
a ser
un trazo de tierra.











































A mi hombre de astros Plutón en casa siete
pero
el Sol
Venus y Mercurio
donde me libero de las manos que se comen a si mismas
también Júpiter y mi fortuna a él
Urano y la Luna
para cuidarlo en la locura de ser dos
nosotros
así
con el cuerpo hecho plumas y planetas
sirenas y dragones
serpientes y pumas.












































Afección en mano derecha


Mi mano habla de la intolerancia
de percibir las condiciones y los demonios
en mi muñeca de sirena perdida.











































Resistencia de ser yo
buscando ser nada
una flor un pájaro una piedra
gritar basta a la mujer extraña que habita en mí
tomarme su agua dulce y reírme
hasta ser flor ser pájaro ser piedra.














































Infección
sabor de carne podrida
remar no traerá un beso dulce
ni siquiera
la niña con sus culpas
-siempre mía-
dice ella.













































Infectadas de rojo, las manos de la mujer con uñas comidas. Pañuelo de gaza bailarina apenas separado de su melena gris. Se acerca al camarero y le pide una copa de vino en cuyo interior crezca una ninfa. El camarero la observa silencioso, asiente y se retira. Un hombre se acerca desde la cocina y le dice puede ser solamente una aldea pequeñita en un vaso de agua. La mujer de melena gris les da la espalda y se aleja, maldiciendo.












































Una mujer de negro teje la historia de estos días
mejor será saludar al Sol
rezarle por el otoño
volver
a la mujer que escribe en sueños
decirle
aquí hace falta tu risa sin miedos
tu fuego revoltoso
necesario
para alejar a los jinetes grises.












































Cerdos y peces que no pueden cambiarse
ni siquiera con la lluvia amiga
prisión
en la boca que no abre sólo escribe.














































La serpiente que se arrastra está volando
sobre el desierto manchas grises
difamadas mis escamas por los gritos de la gente
perseverancia
herida por los jinetes
se salvarán las mujeres que soy y no traicionan
no es tarde para escribir al Sol por mi suerte.













































No dejes que mis vigas se rompan.
No me alejes de la magia peligrosa de tu boca blanca.

















































Perderme en la humedad o hacerme fuego para fundir lo real, normal, delirante, miseria de correr, colectiva, tan mía, como estas piernas que resisten y florecen y lloran sin saber hacia dónde ir.












































Ausencia


Invierno sobre mí
húmeda gitana que escribe,

esperar es congelarse en el infierno sin tu boca
y voces como espinas histéricas de cactus
la luna sin gracia de cisne

no llega
tu boca
y hace frío.












































Inmóvil frente al mar
de barcos oscuros repleta su espalda
de solitaria tristeza su espuma.







































Hexagrama 36


Si nunca se termina esta agonía por diferenciar integrar ser
las mujeres que habitan en mí
delineadas por el Sol, Venus y Mercurio cuando llegan a Casa Doce son
la lucha entre el Noble y el Vulgar.

El Oscurecimiento de la Luz
en este océano nadie puede entrar
nadie va a entender la cotidiana, definitiva, cambiante, agonía
por diferenciar integrar ser
pluma
serpiente
mujer
que escribe en sueños sobre la tierra roja

¿quién puede saber
cómo se siente pestañear con el miedo
de que cuando abra los ojos no podré darme cuenta
si es verdad
o es
la mujer extraña en mí?

si ella teje

las manos que se comen a sí mismas se devoran
caminan directo a quemarse
retorcidas.

































Plutón clava sus uñas en mi garganta
y las trazas
del hielo
de tus labios 
desarmando mis manos de fuego.















































Silencio
en mis piernas que ya saben
tu cuerpo lejos.












































Perseverancia de la mujer que escribe en mí
es la tierra en su cuerpo de yegua
arriba abajo
del árbol
después la hoguera
para calentar la boca de sirena perdida

perseverancia de la mujer que escribe los versos del fuego

es la tierra, la fuente, lo receptivo.

























Sin selva, la gente de papel, sin magia.


Aullidos,
desquiciada fe de siesta tranquila.


Avanza la mujer tejedora,
urgencia de esconder las llamas.


Límite
tierra
los relámpagos se observan despierta la lluvia. 


Sangre que se agita en la inercia de un cuerpo cansado por la fiebre.
Lesión de la mujer que escribe en sueños cuando el sol se oculta.








































Revolver las sobras
del futuro exterminado
por el monstruo de tu vientre solitario
sin paz ni suerte de hojas de otoño.










































¿Dónde vuelvo?
¿quién escucha?
¿cuándo iré corriendo entre las hojas?

Un lago atormentado por el frío
-real-
habla en mi pecho.

El ocultamiento de la luz 
duración húmeda
destino de navegante
–real-
gitana
con la selva lejos
y esos planetas que se ríen acompañados
por los colmillos, de un hombre astral, asesino de mis piernas.










































La que fui cae como flechas de cemento picante, la que soy.

O viene la ola transformadora de este invierno
o escupo las migas de mi piel.











































Autopercepción de mi túnica quemando


Un océano
algo filoso
amarrada
sin voz
algo filoso
interrumpido
por un pequeño fuego
que reza por mi espíritu
por la certeza de que los vientos cambiarán
pero ahora
adentro es agua.








































Maia Zur


Un haz de sol cuando me encuentro frente al hombre
que ríe como Zorba y contempla como Buda
en la caricia de una mujer
también ascendente Géminis.








































Zarzuela de la semilla


El barro de los días que aún no llegan
en las aguas embravecidas
resistiendo
sintiendo
la lengua de agua
transformadora

despojarme en el viento mientras camino sobre el agua

saber que existo como un águila
hundirme para ser la ceniza musical
que abrirá
un haz de sol pequeño
ancestral
como la sombra
escurridiza de mi pecho bailador.








































Una escena teatral
diría de tus ojos al despertar mañana
cuando me vea reflejada y oscura
temor
cuando beso tus labios de puma
es una escena teatral digo cuando despierto y me encuentro desnuda
cambiando la piel.






































La plaza



Sobretodo rojo
medias negras de lana
pullover con gracia de princesa
hormiga gigante
una paloma cruza los árboles
rulos de nena viajera
sobre los hombros de un hombre con jean
flor violeta
piedra con la forma de una casa
un colibrí
hojas marrones
tres nenes corren al dar con un abeja
hamaca amarilla
un banco de plaza donde una mujer escribe y un brujo fuma su pipa.








































Sentado
en la boca de Venus
me estás transformando
en fuego sagrado.
















































Pasado y futuro son trampas de la mujer que duerme mientras camina
mejor sentir la caricia del vino sideral
quemando mi garganta
liberando lo que no soy.











































El fuego sagrado es divertido
tan preciso como el grito de una mujer serpiente
descociéndose en la tibieza
empieza
a rodar por la tierra

Plutón la besa
sonríe, brindemos
“es tan pequeña la hendidura donde acecha dios”, dijo él

y volvió al péndulo de sus ojos oscuros
la mujer serpiente se desprendió la piel y la dejó en el piso
para fundirse con el Sol.


































































Las Burton



Un circulo para reír con la tierra
una canción para despertar a los ancestros
un poema para proteger el tiempo que va venir
girasol, cala y jazmín
que se ofrecen a la Luna
en una escena cotidiana
de tres mujeres soñadoras.










































Una creación que configura una emoción acuática
buscar reposo en un libro de años dorados y rojos
sentir una voz luminosa que dice
todo irá bien por tus huesos de pluma.

En el comedor de la casa dos hombres conversan
sobre las posibilidades de cambiar el espacio
para que una mujer sonría.

Sentada como india,
sobre un almohadón amarillo
yo escribo estos versos.






































2552, Cali


Quién puede conmigo
dice el brujo de amor intenso
fuego
envidiable cuando esquiva los dardos de jinetes grises
y enciende la melodía de un silencio de cuarzo
reposa hierbas en la cocina
donde aún observa el pasado y al mártir.

Un mandala, en la llama, de la vela, de su cuarto
un cuenco tibetano
una escultura masculina entre un dibujo
de plantas que intentan sostener los pies en la ciudad. 











































El lago sobre la tierra
un lugar lejos del ruido
soltar, saltar en el vacío
unir.












































Leonor


Trasnochados los besos
de esa mujer, en ese bar
su cuello rubio
cristalino
recita versos de Tarot.










































La línea de humo baila
de un sahumerio rojo
esa línea
dibuja
arabescos por mi sombra
fugaces
son nubes más delgadas
revoltosas.















































A mi amor solar la fruta
el jade
el trote de un caballo, que cambiará los dientes en cien equinoccios
hasta que mi nombre se desintegre.














































¿será ingeniosa la escupida del azar?
¿será dulce?
¿será un camino de piedras que bordean el río?
¿serán flores y árboles tan altos que llegan al sol sin quemarse?








¿será?




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julio a noviembre de 2010
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