Solemne la visión
en una
andariega de licor agrio
y corazón
de cinturón negro
que apretó
la piel de un hombre
tan animal
como tan humano
en cada
punto cardinal
para no
terminar nunca
porque
todos los
horizontes
aún
son de sus
manos,
y se abrieron
las galerías del presente
se saturaron
los sentidos
la suerte fue
fruta y justicia
los besos, el
pan nuestro
los jadeos incorruptibles,
soberanos
cuerpos que
deliraron al asombro
de la
pequeña muerte
y la
resurrección en lino blanco.
El diablo
vio todo
Dios dio
vuelta la cara.
Estoy
apostando por el contrato de mis recuerdos.
Obra de Mark Ryden