Y el espejo

La soga quemada

intravenosas para negar

-me-

cuando es la tarde

y salto de muralla en muralla

viva de soledad

arriesgada de presente

que me mira con ojos gruesos

y la boca silenciada

pero mis naipes son ágiles

escalan hasta mis manos

y el espejo vuelve a claridad

a mi pulso de brújula impulsiva. 



Obra de Roy Lichtenstein