El tiempo se abre a los enamorados

El tiempo se abre a los enamorados. Les señala los misterios de la rueda que gira. Yo tuve el tiempo en el centro de mi pecho. Él trajo los planetas. Me enseñó a recitar a las divinidades. El Sol, Venus y Mercurio se revelaron en mí, por sus ojos de puma. Bebí ambrosía. Dejé mi piel sobre la tierra roja. Él devoró mi valles. Son profanos los versos que lo maldicen porque profana es la sangre que aún lo extraña.