Y ya no es la misma agua
ni hay tiempo para arrepentirse
mi bienvenida es inhumana
juntamos las piezas de los que fuimos
para la hoguera donde se hierven en su propio jugo
bailo hacia tu calavera
porque la revelación se entretiene
con un altar de zafiro azul
cuando seré el cordero agradecido.
Una intravenosa encendida
para quien supo de mi torre y de mi fosa
se me abre el pecho en ladrido
y los ojos se me cierran y se abren
para palear a un cobarde de fusil improvisado
a veces irreal
a veces tan real como mis músculos
escucho la música de mis ancestros
afilada y condenada
en repeticiones sin ley limpia
agasajada por muertos que saben venderse.
-A Juan B.-
Un sueño eléctrico, furioso
para caer en una vigilia nerviosa
pero con buena memoria
de cuando la justicia fue de los hombres
y fui expropiada de mi propio cuerpo
porque supiste hacerme el blanco y la miseria
y yo supe convertirme en una extraña
ahora
en los pasos de mi pequeño cielo salvaje
encuentro monólogos entreabiertos
para tu fantasma fracturado
que aún vive
entre mis libros y amatistas
entre lo que quise y lo que tuve.
-A F. V.-
No haré ruido ni gravedad
mis brazos están dentro de mi cuerpo
mis piernas se mueven sin que las veas
la mesa oculta electricidad y entrañas
quisiera que este vaso de cerveza sea interminable
quisiera poder Verte a los ojos
y me voy dando cuenta del pasado
como una cuerda misteriosa
que tira solamente hacia mi lado.
Carta abierta a mi fiebre
conclusión
de inocencia prófuga
y educación de Mamba Negra
hago atajos a los límites
porque es tonto caminar con zapatos de cristal
coger a la distancia
fingir para sumisión de mi mujer partida
indispuesta desde hace siglos
cautiva de amores que sí y que no
que a veces.
Cae el riesgo
no tengo más piel
mi sensibilidad se agacha
para esquivar las tretas del olvido,
ser de este mundo
en
un puñado de huesos
que tienen memoria de mis células
aquellas que se han desnudado
y bailado
entre whisky y cigarros.
Diversión en una boca saludable
diciendo verdades al rey invertido
sin perder estilo ni cabeza
ya no pongo la otra mejilla
mi esqueleto se nutre de estantes
donde historias y personajes abren la voz
cuando me duele escribo o aprieto los dientes
tengo la edad que tengo y el combustible
mi abecedario es de más de veintisiete letras
mi cárcel es la fiebre de parásitos criminales
cuando olvido que chispear es una elección
me habitan multitud de seres
y los muertos son un vidrio de filo anguloso
que molesta un poco los domingos.
En mi cuerpo de pulso sideral
sin pudor y sin ropa
hirviendo en Buster Keaton
moldeándome en mi fe y mi fruta
con lobas, yeguas y serpientes
pido licor y mercurio para explorar
a partir de los territorios funerarios
donde mi hoz prepara tierra novedosa
dando jugada a mi canto
para buena suerte de mi esqueleto ágil.
Me invento descalza en un castillo de naipes
en un reloj de arena
en ir al encuentro de no sé qué
maniobras agridulces que me dicen tonta
mi cuerpo tiene las cicatrices de quien amó demasiado
creo que mis licores y cigarros dan algo de mi destino
una flor se abre y otra muere y otra se abre
regeneración de mis pupilas sentimentales
saben que un abanico flaco es suficiente
-el castillo de naipes es caliente y anémico-
mejor será divertirme esta noche
con la sangre bien revuelta.
Puedo palpar mi fragilidad
repitiendo los mismos libretos de siempre
para insistir en el teatro criminal
y el mundo me duele tanto como me duelen los talones
después de la procesión de mis muertos repetidos
y el desentierro del diablo no me dio miedo
porque cuando las sombras se levantan
para penetrar o parirme
tengo en fe en mis cuadernos de puta y puritana.
Con esas cosas que no se entienden
desnuda y con orientación impulsiva
mi corazón es un tour cruzando mapas
el tiempo es una justicia que aburre
el romance virtual tajea un poco la soledad
mi cuerpo canta los suicidios dulces
de cada noche
cuando el clima es tropical
y la sonrisa nos evita los demonios.
